José Mª Rodríguez-Acosta González de la Cámara nació en 1878, en el seno de una familia de dedicados banqueros, cuyo origen se remonta a la primera mitad del siglo XIX. No era ese, sin embargo, el camino que aquel joven iba a seguir. Excepción al ambiente que le rodeaba, convirtiéndose en el magnífico pintor que llegaría a ser.
Se formó primeramente siendo discípulo de José Larrocha, en Granada, en cuyo taller encontró a quien seria uno de su mejores amigos, al también pintor José María López Mezquita. Con su gran cultura artística y su limpio estilo, se inicia realizando paisajes granadinos y pintura costumbrista. Se ha dicho que no cesó de avanzar hasta su muerte. Más tarde, en 1899 se marchó a Madrid, donde se formó con el gran maestro Emilio Sala y se desarrolló su estilo entre el simbolismo y el modernismo.
José María Rodríguez-Acosta matizó su pintura, de una paleta restrictiva, que en las naturalezas muertas cobró su máxima expresividad. También se dedicó a los desnudos femeninos. En 1914 vuelve a Granada, e inicia la construcción de su "Carmen". Después de unos años sabáticos, en la década de los años 20, retoma la pintura con desnudos femeninos como protagonistas y naturalezas muestras.
Rodríguez-Acosta moría en 1941, dejando tras él su obra, conservada en parte en numerosos museos, junto a la pintura La noche (1941) que quedaría inacabada debido a su repentina muerte, y el edificio que le sirvió de estudio, convertido hoy en Granada en el Museo Fundación que porta su nombre en señal de distinción.
De “Desnudo tendido” hay que resaltar la luminosidad de la figura, la belleza del brazo y de la mano apoyando el dedo corazón en la barbilla, el color encendido de las mejillas, la sensualidad que invitan al observador a buscar mensajes ocultos, vinculado a las corrientes simbolistas de la época.
Especial mención merece “Desnudo con bola de cristal”, las tonalidades sombrías del fondo focalizan la atención por completo en una mujer de rodillas apoyada en una gran bola de cristal, la figura femenina se refleja en la superficie sobre la que se apoya y en la bola de cristal. La perfección y elegancia de la mano derecha cubriendo parte del rostro, dejando de nuevo una mejilla encarnada nos deja una sensación de subyugación sensorial. La figura está a medio camino entre mujer y sirena, todas las interpretaciones son válidas ante esta obra maestra.
“La Noche” es la última obra de la trilogía, permanece inacabada en el estudio del pintor. Hay algo que anuncia la muerte, quizá la posición de la cabeza de la mujer, los contrastes lumínicos muy acusados en piernas, costado, rostro y brazos, una solitaria flor.
Genial artista !!!
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